¿Por qué estamos atorados?
Esta sola pregunta implica muchas
reflexiones, ésta es una más.
El orgullo es un elemento
primordial en la respuesta, quiero decir, somos lo mejor, no nos doblegamos
ante nadie.
Quién haya experimentado esta
sensación sabrá que éste solo pensamiento nos hace creer que somos eternos.
Eternos quiere decir, especiales, imbatibles, invulnerables. Desde hoy y para
siempre nada por encima de nosotros. Si hay un dios y seguramente lo habrá
–punto medular en esa sensación de eternidad- él nos bendice y con ello nos
asegura un lugar en la otra eternidad, allá donde no nos preocuparemos de
trabajar para ser felices.
Quién se inclina ante otro lo
hace pensando en que no se está doblegando, que no está vencido, lo hace
pensando en que él sí es inteligente, no es como los demás, pues dios no lo
castiga aun haciendo lo que hace, especial pues.
En mi ciudad natal reza aquélla
frase acuñada por alguien que no era de ahí “el gran orgullo de ser de Mazatlán”
la ciudad se cae a pedazos de tantos políticos que han lucrado con lo que se
tenía, los grupos del crimen organizado que cobran derechos de piso y los
narcos que hasta podríamos decir, ahí nacieron y que encarecieron el comercio
mucho antes de que en el país se hablara de inflación y lavado de dinero. Lavar
dinero de la manera más simple, comprar caro y vender sin preocuparse de las
utilidades pues ese no era su negocio real, así es como ese simple proceso
llevó a esa y otras ciudades a inflar los precios hasta que fueron
insostenibles y colapsaron la economía de esa orgullosa ciudad.
Pero, es un orgullo el ser de
Mazatlán, hoy los jóvenes quieren ser sicarios, hay algo de romántico también.
La atracción de la violencia es algo excitante, todos somos rápidos y furiosos
o James Bond o cualquier cosa que nos haga sentir eternos.
Ser eternos, embriagarse,
cualquier forma que eso tenga, alcohol, hierbas, polvos, etc. y romper los
límites o creer que se rompen los límites es un paso lento pero seguro hacia la
eternidad, esa eternidad que dura las horas en que estamos borrachos. Ser
eternos y nunca saber si lo fuimos o lo seremos. Que importa, haber sido
eternos un instante lo vale todo. Pero y siempre hay un pero, llega la cruda y
nos muestra que somos de nuevo insignificantes, peor aún sospechamos que no hay
nadie esperándonos en ninguna parte y finalmente los años nos cobran los
excesos, las rodillas no aguantan y el corazón se rompe hasta no poder entender
cómo siendo eternos nos moriremos sin más.
Esta historia se repite y sólo se
requiere de otra generación que se desperdicia sin más. Al interactuar con
otros sólo podemos apostar con que ese alguien también crea en la eternidad y
que juegue con dados limpios para que sea la mejor propuesta la que más valga y
trascienda a la acción. Pero alguien cargó los dados no sabemos quién, pero
luego nos consuela el hecho de que quizás así lo quiso dios y entonces somos
parte de su plan cualquiera que éste sea.
Estamos atorados pues dios nos da
a cada uno lo que merecemos independientemente de si esta es la única vida que
hemos vivido pues quizás habrá otra u otras y allá estaremos mejor que en ésta
y aquéllos que ahora tienen ventajas estarán sufriendo en aquélla prometida. A
dios nada se le pasa y le dará a cada uno lo que se merece más tarde o más
temprano. Estamos atorados porqué hay otros que no se la creen y siempre cargan
los dados a su favor.
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